miércoles, 1 de octubre de 2014

Las multas


La gente que todavía trabaja me pregunta a menudo qué hago cada día, ahora que estoy jubilado...
Pues bien, por ejemplo, el otro día fui al centro de la ciudad y entré en una tienda a recoger una cosa, sin tardar en la gestión ni cinco minutos.
Cuando salí, un policía municipal estaba rellenando una denuncia por estacionamiento prohibido.
Rápidamente me acerqué a él y le dije:
_ ¡Venga hombre, que no he tardado ni cinco minutos...! Dios le recompensaría si hiciera un pequeño gesto para con un jubilado ...
Me ignoró olímpicamente y continuó cumplimentando la denuncia.
La verdad es que me pasé un poco y le dije que no tenía vergüenza. Me miró fríamente y empezó a rellenar otra denuncia, alegando que, además, el coche llevaba los neumáticos en mal estado.
Entonces levanté la voz para decirle que me había percatado de que estaba tratando con el rey de los tontos del culo, que cómo le habían dejado entrar en la Academia de Policía, que le habían dejado entrar porque no servía para otra cosa... 
Él acabó con la segunda denuncia, la colocó debajo del limpiaparabrisas, y empezó con una tercera.
No me achiqué y estuve durante más de 20 minutos llamándole de todo, desde sieso antipático, hasta hijo de perra... Él, a cada insulto respondía con una nueva denuncia.
Con cada papel que rellenaba se le dibujaba una sonrisa que reflejaba la satisfacción de la venganza...
Después de la enésima denuncia le dije:
_ Le tengo que dejar porque... ¡¡¡ Ahí viene mi autobús !!!
Tenías que haber visto la cara de gilipollas que se le quedó al municipal.
Desde mi jubilación, ensayo cada día cómo divertirme un poco. Es importante hacer algo a mi edad, para no aburrirme.

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